El 2 de noviembre por segunda vez en ésta década se celebró la misa por el día de los difuntos, donde a pesar del clima adverso, un grupo de socios y amigos, acompañaron la ceremonia que celebró el cura párroco Daniel Martínez, y contó con la presencia de la cónsul general de España, María Victoria Scola.

El padre Daniel Martínez, nació en Montevideo y fue desde pequeño hasta el cierre, socio de la mutua Casa de Galicia, y con orgullo recuerda a su madre de Laxe y a su padre de Serantes, forjadores de su identidad coruñesa.

 En la homilía Martínez aseguró “que nosotros celebramos la vida, y honramos la vida. Por eso hoy es un día de certezas que son las que celebramos”, afirmando que “la certeza de la muerte nos hace descubrir que cada instante de los que pasamos entre aquellos a los que amamos es valioso y tiene sentido”.

Reflexionó acerca de esta jornada donde “celebramos nuestras raíces, por algo estamos aquí y no en cualquier otro lado. Quienes somos hijos de la emigración muchas veces vivimos en una especia de limbo, no somos de aquí ni de allá porque estamos como divididos. Una de las cosas que conversamos con mis primos nacidos en Suiza o Inglaterra, es que todos descubrimos quienes éramos ante la tumba de nuestros abuelos”.

Desatando un nudo en la garganta de quienes le escuchábamos, precisó que “esa es otra de las realidades que celebramos hoy: que tenemos raíces, que tenemos memoria, que tenemos una tierra que es nuestra madre, aunque los padres sean muchos y discutidos, que, si el Miño, el Sil, el Río de la Plata o el río Uruguay; pero nuestra madre sabemos que es una tierra especial”, pero prometiendo que al terminar la celebración iban a conocerla.

Martínez sentenció que “hoy es un día de memoria, de acción de gracias y esperanza, porque la otra certeza que nos une es la de que la muerte no termina nada”, afirmando que “si aquí hubiera solo cenizas no significaría nada esta construcción y no habría gente preocupada en defenderla y conservarla para que siga siendo una realidad y un signo. Porqué aquí no hay cenizas, hay memorias, y las memorias de las personas que aquí conservamos, y las personas cuyas memorias aquí conservamos, siguen vivas en una realidad diferente, una realidad eterna, sin límites, pero también eso es nuestra certeza”.

Dejó para todos los presentes una pregunta: “qué estoy haciendo aquí: recuerdo o celebro una presencia que, aunque no se vea, es tan real o más que el recuerdo”.

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